Yurisekai Parte 1.

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Yukio acaba de morir, y una malhumorada ángel le permite ir a un nuevo mundo de fantasía. Además le otorga la habilidad Flechazo, con la que enamorará a todas las chicas que se le acerquen, el único problema es que a ella no le interesan las mujeres... O eso dice.

 

Lo último que recuerdo, fue haberme lanzado contra los autos para salvar a una mujer, luego... solo oscuridad.

—Oye... Levántate ¡Despierta!

Me despierto en el suelo de una especie de salón antiguo, frente a mí, una chica de cabello castaño, piel oscura, ropa que semejanza a una secretaria de los años 60's y lentes enormes, parada tendiéndome la mano.

—Yukio Ichigo ¿Verdad? No tengo todo tu tiempo. Estás muerta, esto es el intermedio entre el cielo, infierno bla bla bla...

—Espera, espera espera ¿cómo que muerta?

—Muerta, o sea... tu cuerpo está allá en la Tierra, luego de ser lanzado por un auto y aplastado por otro, te mostraría, pero...

—Prefiero no ver —así que muerta eh, supongo que la vida si es tan frágil después de todo, pude haber tenido una mejor— ¿Y la mujer a la que empujé?

—Ella está bien, pero gracias a tu accidente llegó tarde al trabajo. Oye, no tengo todo tu tiempo, según las reglas, puedes ir al cielo o reaparecer en otro mundo, por lo que dice tu expediente preferirías la segunda ¿Verdad? También está la opción de reencarnar como un animal.

—¿Qué, de verdad puedo ir a otro mundo? Así que todos esos mangas estaban en lo correcto. ¡Ahhhh no puedo creerlo! ¡Acepto ir a otro mundo! gracias. 

—Si, eso pensé, daté prisa y párate en el círculo.

¿Qué le pasa a esta mujer? Creí que al morir me encontraría con una diosa hermosa de cabello azul, no con una burócrata malhumorada

— Oye... ¿Eres una clase de diosa?

—Ja, ya quisiera, soy Cerina, una especie de intermediaria entre mundos, digamos un ángel, recibo el expediente de los humanos y los mando a dónde más prefieran. Aquí tengo el tuyo, chica de 19 años, soltera, virgen, amante de las historias de fantasía, sin algún propósito real en vida. Personas como tú las mando directo al infierno, pero, al dar tu vida por la de alguien más, estoy obligada a darte buenas opciones. Ya, ¿qué clase de mundo prefieres?

Que dolor de cabeza es esta persona.

—Quisiera un mundo al estilo victoriano, como esos juegos donde debes elegir entre varios hombres y vencer a los celos de...

—No queda nada así, no para alguien con tus preferencias. Tengo un mundo medieval de fantasía donde podrás conocer varias mujeres.

—No soy fan de los isekai, realmente, solo leí un par de... ¿cuáles preferencias? No me gustan las mujeres. Al menos mándame a un mundo donde pueda conseguir un buen esposo.

—Ja claro. Portal 446435, pueblo de aventureros Arlaigniaturme, nación de Granfitia te otorgo la habilidad "Flechazo a las damas", mucha suerte.

—¿Eh?

—Mantén manos y piernas dentro del círculo bla, bla, disfruta tu nueva vida en tu nuevo mundo. Adiós.

—¡No espera, esperaaaaaaaaa!

Una especie de círculo mágico en el suelo se ilumina a mi alrededor, en menos de lo que mi mente termina de procesarlo, aparezco a orillas de un río. Froto mis ojos y sacudo la cabeza, de verdad estoy en otro mundo. Me siento como en un sueño, aunque acepté rápido que ya había muerto, no me puedo creer que de verdad esté en un mundo completamente distinto. Mi sudadera y shorts deportivos contrastan con la indumentaria de los habitantes. Nadie parece extrañado de ver a una chica aparecer de la nada. Miro mi reflejo en el agua, cabello negro hasta los hombros, ojos cafés y un pequeño lunar bajo la mejilla, no hay duda, sigo siendo yo misma.

El lugar se parece al típico mundo de fantasía de los mangas y animes isekai, incluso alcanzo a ver una muralla alrededor. Aunque el género no era mi favorito, no me molesta, es un nuevo comienzo, puedo olvidarme de mi vida como estudiante promedio, ¡hola mundo de aventuras!

Camino volteando como niña hacia todos lados hasta dar casi por casualidad con el Gremio de aventureros, las letras son distintas a cualquier escritura que conozca, pero no tengo ningún problema para entender el idioma. Según mi conocimiento en estos mundos, aquí debo aceptar alguna misión sencilla para poder comenzar desde cero.

Entro un poco nerviosa, el lugar es grande, como al tamaño de tres tiendas de conveniencia, paredes de piedra y techo de madera, un grupo de verdaderos aventureros conversan en una de las mesas. Camino derecho hacia lo que parece un mostrador. No hay una tabla con las misiones, por lo que será mejor preguntar.

—Bienvenida —me recibe una mujer de cabello rubio y ropa elegante, con anteojos pequeños sobre su nariz y un escote bastante evidente. Espera... ¿por qué miro su escote? 

—Ho... hola, soy nueva en el pueblo y quisiera una misión sencilla que me permita ganar algo.

—Claro. Ah, pero que chica tan bonita, no vienen aventureras tan lindas por estos lugares. Permíteme analizar tus estadísticas, dame tu mano y este brazalete nos dirá.

Extiendo la mano, la mujer coloca en mi muñeca una especie de reloj de pulsera de metal, al cerrarlo, este se ajusta y despliega una luz mágica como si fuera un holograma.

—Increíble —digo asombrada al presenciar magia real por primera vez en mi vida.

—Tienes buenas estadísticas para el nivel Bajo, pero no tan increíbles, además una habilidad especial ¿de qué ciudad vienes?

—De... una muy lejana.

—Tienes la habilidad "Flechazo", normalmente la usan chicas de burdeles para atraer a los hombres.

¿Qué? ¿Esa pseudo-diosa me dio una habilidad como esta? ¿qué clase de pervertida...?

—Solo que tu habilidad... parece afectar solo a las mujeres.

La mujer me lanza una mirada coqueta. 

—Tienes gran resistencia, pero poca velocidad, aunque lo compensas con una fuerza un poco superior al promedio, además compatible con habilidades como Observación y Camuflaje, si quieres intentar derrotar al Rey demonio, necesitas todavía algunos años de práctica.

Así que también hay un Rey demonio, ya veía venir ese cliché.

—Por ahora... ¿qué clase de misión es buena para mí?

—No veo que tengas un arma o herramienta, así que recolectora debe ser lo más indicado. Ten, esta misión te vendría bien. ¡Suerte, preciosa!

—Si. ¡Muchas gracias!

—Y... si no tienes donde quedarte a pasar la noche... puedes venir a mi casa, salgo al tercer aullido del lobo.

—Gra... gracias.

—Vuelva pronto señorita.

¿Qué, qué, qué? ¿Acaso soy ahora un imán de mujeres? Esa ángel, insinuó dos veces que me gustaban las mujeres ¿cómo puede atreverse a pensar algo así? Aunque, realmente nunca tuve novio, debió ser alguna confusión, quizá pueda usar esto a mi favor. Por ahora, lo mejor será completar la misión y buscar una posada para dormir.

Camino siguiendo el mapa que aparece en la hoja. La misión dice: Recolectar unas trufas explosivas en el bosque Viselis y llevarlas a la taberna Ninfa azul, con un pago de media barra de bronce por cada una. Me pregunto si media barra es mucho o poco.

—¡Alto ahí, extranjera!

Una chica rubia aparece de la nada frente a mí. Su vestido es sencillo, pero con cierta elegancia, la falda blanca y corta deja ver buena porción de sus muslos y su pecho lleva un... ¿Por qué me fijé primero en su pecho antes que en la vara metálica con la que me apunta?

—¿Crees que puedes entrar a mis dominios, así como así? Soy Vania Viselis, y este bosque lleva el nombre de mi familia desde hace generaciones, si quieres entrar ahí ¡primero debes pelear!

—Este... yo... no tengo ningún arma.

—Entonces —arroja al suelo la vara— no queda opción ¡si logras darme un beso te dejaré pasar!

—¿Eh?

—¡Ya oíste! Normalmente te retaría a un combate con puños... pero... si logras atraparme y besarme podrás pasar.

¿De verdad haré esto? Podría volver por otra misión... no, parece algo avergonzada, no creo que lo diga en serio, si me acerco bastante segura, se pondrá nerviosa y me dejará pasar. Además, un beso con otra chica no significa nada para mí, si me gustaran las mujeres sería vergonzoso, pero como no es así, no tengo problema.

—OK, ¡aquí voy!

Tomo impulso y me lanzo hacia ella, aunque mi estadística de velocidad era poca, seguro que la puedo alcanzar. Pero, en vez de esquivarme se queda inmóvil, me toma en brazos y nuestros labios se tocan.

—Ups, perdí.

—Ahhh, esto es... ¡eso fue trampa! ¿Por qué lo hiciste?

—¿Por qué te enojas? ¿acaso no te gustó el besito?

—¡Creí que era una prueba, pero solo querías besarme!

—Si.

—¡Y todavía lo aceptas sin problema! ¿qué pasó con lo de pelear para defender el territorio de tu familia?

—Mi tatarabuelo le puso el nombre porque nuestra casa está junto al bosque, pero no nos pertenece. Peleo con quién intente entrar para ganar algo o como diversión, incluso mi actitud desafiante de hace rato era solo un juego. Pero... ¡esta vez es en serio! Intenta darme otro beso ¡ahora no te dejaré ganar!

—No volveré a caer. Con permiso, voy a buscar trufas.

—Ah, la misión de las trufas explosivas. Sin alguien que conozca el lugar o sin una herramienta es difícil y hasta peligroso buscarlas. ¡Déjame ayudarte!

—Iré sola.

—¿Al menos sabes cómo se ve una trufa explosiva?

Sin más remedio, me veo forzada a llevar a la tal Vania conmigo. Camina con actitud de niña feliz tras de mí, mantiene su distancia, pero pienso que intentará besarme otra vez, aunque claro, no es que me molestara, pero me tomó por sorpresa, un beso es como un juego si es entre chicas.

—Por aquí —dice ella señalando un sendero— por cierto ¿Cuál es tu nombre?

—Yukio Ichigo.

—Ah, que nombre tan raro, pero es bastante lindo. Por aquí, los recolectores vienen por este camino, pero las mejores están hacia los lados, sígueme.

Tienta el suelo usando la varilla de metal, parece saber realmente de esto. Yo camino tras ella con cuidado.

—Aquí, dice señalando lo que parece una roca negra, pero debes tener cuidado, si la golpeas con un poco de fuerza...

¡BOOOOOM!

La trufa explota, arrojándola al suelo.

—¡Viselis! Oye ¿estás bien?

Corro a toda velocidad, me arrodillo junto a ella y acerco el rostro para ver si respira o está lastimada. No debería moverla, debería buscar ayuda, pero no podría dejarla así...

—¡Viselis, despierta!

La muevo solo un poco, continúo llamándola y me inclino más para escuchar sus latidos, en eso...

MUAC

Me da otro beso.

—¡Cómo pudiste! ¡me asustaste de verdad!

—Es una broma que hacemos a los novatos, solo que aproveché la oportunidad.

Se levanta soltando una leve risita y sacudiendo su vestido, ahora de verdad quiero pelear a los puños.

—Las trufas solo explotan cuando las picas, ten cuidado, saca las más arrugadas, las lisas no sirven.

Molestarme solo me hará perder tiempo, resignada, sigo sus instrucciones para recolectar.

...

A falta de una bolsa, debo llevar las trufas entre los brazos, la chica me ayuda llevando otras más en su vestido, levantando su falda peligrosamente.

—Oye, Viselis...

—¿Sí?

—¿No te preocupa levantar tanto tu vestido?

—No, mi padre golpeará a quien se atreva a agachar su mirada, podría levantarla más y todos los hombres voltearían a otro lado.

—Si, mejor no lo hagas.

—Por cierto Yukio, dime Vania, no hay necesidad de llamarme por mi apellido.

Llegamos a la taberna Ninfa azul, mi mente tarda algunos segundos en procesarlo, pero el establecimiento era lo que se podría considerar un bar gay para mujeres. Procuro no mirar demasiado y entrar rápido, aunque no tengo por qué sentirme nerviosa, pero, tengo la sensación de que todas ahí me miran.

—Buen día —saludo al bar tender— vengo por esta misión, traje varias trufas.

—Ah, sí, déjalas ahí con cuidado.

Vania y yo dejamos cuidadosamente cada bola negra sobre la barra. El hombre las va contando y separando por tamaño. Terminando, las coloca en un saco y me entrega un puñado de lo que parecen monedas, pero de forma rectangular.

—Ten, 7 barras de cobre por 14 trufas, gracias por su trabajo.

Me emociona recibir mi primer pago en este nuevo mundo, siento que podría saltar de alegría. Doy las gracias y salgo del lugar mientras las mujeres me despiden de forma coqueta.

—Mira Vania, mi primer pago, esto se siente tan bien. Toma, es tu parte.

Le doy a ella cuatro barras, pero las rechaza.

—Tú lo ganaste, además... con ese par de besos estoy satisfecha.

—Este... está bien. Por cierto ¿cuánto necesito para pagar una posada?

—¿Eh, no tienes donde pasar la noche? Sé que la más cercana cobra dos barras de plata a los aventureros.

—¿Dos de plata?

—Si, veinticinco de cobre equivalen una de plata, diez de plata son una de oro.

—¿Aún me faltan 43 de estas para pasar la noche?

—Si quieres... pudieras venir conmigo a mi casa.

—Voy por otra misión.

—Esperaaaaa.

Vania viene tras de mí, con cada insinuación se muerde el dedo índice luego de hacer una pausa. Realmente no es molesta, debería aceptar su ofrecimiento, pero pensar que me podría besar repentinamente o que podamos parecer una pareja, hace que se me acelera el corazón, no en ese sentido, solo un buen hombre me aceleraría en sentido romántico, pero es extraño ya que nadie ha mostrado interés en mí desde... creo que nunca, y pensar que todo es por culpa de ese hechizo o lo que sea... no creo que sea correcto para ella.

...

Al final, acepté misiones recolectando manzanas de árboles gigantes, flores venenosas y como ayudante en una cosecha, siempre con Vania tras de mí y cruzando miradas celosas con la mujer del gremio. Pero solo junté 68 barras de cobre. La posada cobraba 100 a los aventureros y no hacían descuento a novatos, así que ahora, terminé en casa de Vania. 

—Papi, papi.

La chica entra y abraza a aquel hombre, un tipo robusto y que seguramente llegaba a los dos metros, con una cabellera casi tan abundante como la de ella, barba de la que pendía un colgante de piedras, tatuajes en ambos brazos y ropa con tirantes.

—Papi, ya llegué. Ella es Yukio, una amiga, aventurera nueva en el pueblo.

—Bienvenida hija.

Su presencia hace que quiera salir corriendo, había mencionado que golpeaba a quienes coqueteaban con su hija, y ella me había besado dos veces ¿por qué me trajo aquí? Mis piernas no responden y el hombre se acerca a mí, debo levantar la mirada para verle la cara. Se me acelera el corazón, ahora por pánico.

—Yukio ¿verdad? Hola jovencita, ¿hay algo que pueda hacer por tí?

—Ella viene a pasar la noche, papi.

—Ya veo.

—Sss... si... Señor, si me lo permite.

—¿Eres una chica, no es así?

—Si señor.

—Entonces no hay problema, pasa ¿quieres algo de comer?

Sentía que el corazón se me salía, y aún me duele es estómago por el susto. A pesar de ello, no comí más que un par de manzanas desde que llegué a este mundo, así que acepto la invitación.

La casa es elegante, aunque no demasiado grande, la mesa del comedor es para unas ocho personas, Vania se sienta junto a mí, con su padre al frente. Comemos una especie de guiso de verduras, casi en completo silencio. Terminamos y el señor se levanta para servir el siguiente plato, en ese momento, Vania se acerca más a mí y susurra a mi oído.

—¿Me darías otro besito? antes que regrese.

—¿Qué?

—Shhh, te podrá escuchar.

—Ya te dije que no te besaré. Además, si nos descubre...

Su padre regresa, ella vuelve a su asiento en menos de un segundo. Sirve una especie de alas de pollo hervidas, pero más largas que las de mi mundo. Continúa en silencio, no sé si nos vio, si está molesto o si planea eliminarme por la noche, a pesar de sentir un nudo en el estómago pensando todo eso, no paro de comer.

Terminando, se volvió a levantar y como si se pudiera teletransportar, Vania se acerca y vuelve a hablarme al oído:

—Te daré mi postre si...

—No —respondo alejándola.

Su padre vuelve con lo que parecen helados, pero al probarlos están en realidad calientes como un pan horneado. Vania voltea a verme, señalando la crema dulce en su labio, como invitándome a limpiarla con los míos. Hago como que no la veo. Al terminar, doy gracias por la comida.

—No es nada, joven Yukio, las amigas de mi hija son bienvenidas. Puedes pasar a la habitación de huéspedes si ya lo deseas.

—Papi, la habitación tiene las herramientas y el molino.

—Ah cierto, ¿Quisieras que moviera las cosas o no te molesta dormir en la habitación de Vania?

—A mí no me molesta, papi.

Ella me voltea a ver con una sonrisa.

—Ahh —suspiro con resignación— no hay problema, compartiremos habitación.

El rostro de la chica parece iluminarse.

El padre coloca un pequeño colchón en el suelo de la habitación, mientras pido usar el baño y me cambio ahí. Vania me prestó un pijama, es una especie de mameluco delgado, con un botón que cierra una abertura en la pompi derecha. Vuelvo a la habitación, un cuarto con un par de velas, una cama y mi futón improvisado a un lado. La habitación diría que no parece la de una chica, pero un peluche de trapo sobre la cama le da cierto toque lindo. El señor nos da las buenas noches y apaga una de las velas.

Vania tiene un pijama idéntico, de color verde a diferencia del mío azul. Me mira todo el tiempo, y siento que en cualquier momento saltará para besarme o quizá algo más, no es que desconfíe de ella, mucho menos que por mi mente pasen cosas indebidas. Doy las buenas noches y me acuesto, dando la espalda a su cama.

—Oye...

La escucho decir, finjo estar dormida, pero sé que no engaño a nadie.

—Yu-ki-o

—¿Qué pasa Vania?

Me doy la vuelta y ella me mira desde su cama, con la apoyada en su brazo, como la escena de aquel anime antiguo, y con el dedo sobre sus labios.

—¿No me darás ni un besito?

—Buenas noches.

—Ahhhh ¿qué debo hacer para recibir otro beso tuyo?

—Escucha, realmente lo que sientes, o crees sentir por mí, es debido a mi habilidad llamada "Flechazo", parece que solo funciona en mujeres y si no fuera por ella...

—¿Así que es eso? pues... me alegro de que hayas sido tú de la que me haya flechado.

—Tonta ¿qué cosas dices?

—Y esa habilidad ¿solo la usas para tener un lugar donde dormir?

—No, eso no es... de hecho, yo ni siquiera la pedí, fue solo... una larga historia.

—Bien, te entiendo. Y, Yukio... puedes dormir tranquila, no te besaré mientras duermes. Es tu cara después que robo un beso lo que me gusta. Buena noche.

—Buena noche.

Soy una tonta. Pero, realmente estoy preocupada por algo, que todo esto haya sido solo un sueño.

...

Estaba muy cansada y no tardé en caer dormida. Creo que soñé algo, con mi antigua escuela, pero lo que de verdad importa ahora, es que Vania cayó de su cama... y ahora está dormida abrazándome. No fue intencional, estoy segura, su pierna aún permanente apoyada sobre la cama, pero si su padre entra, podría darse una idea equivocada. Si me muevo un poco, me abraza más fuerte, si hago ruido podría llamar la atención de su padre, debería intentar despertarla poco a poco. 

—Oye, Vania —susurro a su oído— debes despertar. Vania... —escucho los fuertes pasos de aquel hombre acercándose— por favor, Vania, Yukio te besará si te despiertas.

—¿Beso?

—Buen día hija.

Con esa velocidad casi sobrehumana, Vania vuelve a su cama y se cubre antes de que la puerta se abra por completo.

—Yukio, lamento haberte despertado, espero que hayas dormido bien.

—Si... —casi no tengo aliento— dormí excelente.

—Levántense que ya está el desayuno.

Cierra la puerta y ambas soltamos un suspiro.

—Gracias por despertarme a tiempo.

—No es nada, y... por curiosidad ¿qué habría pasado si nos veía abrazadas?

—Una vez un chico me abrazó por ayudarlo en algo, él le rompió un brazo y le tiró un diente.

—¿En... en serio?

—Si. Aunque no se molestará si una mujer se me acerca. Deberíamos tomarnos de la mano para intentar.

—Prefiero no arriesgarme.

En el desayuno Vania parece más tranquila. Quizá de verdad la asustó la posibilidad de que su padre nos descubriera. El hombre se retira con los platos y ella solo me lanza una mirada dulce.

—Te sonrojaste.

—Claro que no.

—Mi mirada te derrite por dentro.

—Cla... claro que no.

—Joven Yukio —pregunta su papá— ¿Continuarás como aventurera?

—Eso quisiera señor. ¿El gremio ya está abierto?

—Deben abrir con el segundo canto del ave, seguro es pronto.

—Papi, yo la acompañaré también hoy.

—Me parece bien. Procura dejar los papeles pidiendo ayudante.

—Si papi.

—¿Papeles? —Pregunto yo.

—Si, papi busca ayudante en la herrería. Podrías ayudarle, pero... creo que aún te falta fuerza, sin ofender.

Salimos camino al gremio, me despedí del hombre, cuyo nombre es Valsir Viselis. La rubia camina junto a mí, con los brazos en la espalda, sin despegarme la mirada.

—¿Quieres algo? —pregunto.

—Solo mirarte.

—Demasiado directa.

Llegamos al Gremio, Vania me toma del brazo y me pide pasar a otro mostrador, parece que ya se formó una enemistad entre ella y la señorita del Gremio.

Luego de ver algunas misiones, acepto la de Recolectora de corteza, Vania elije ahuyentadora de mofetas, que, sin sorprenderme en absoluto, era en el mismo lugar al que yo debía ir.

—Oye oye, Yukio, ¿qué tal si nos tomamos de la mano?

—Tu padre me la cortará si nos ve.

—Él trabaja todo el día, no hay manera que pase. Además, le agradas, 

Solo tomarse de la mano, es algo que todas las chicas hacen, no significa nada más que una buena amistad, y creo que ya debo considerarla mi amiga. Si, no hay problema.

—Es... está bien.

Caminamos juntas hacia el prado del Venado tuerto, de verdad esos nombres son algo especial. Mi misión consiste en colectar la corteza de un árbol color rosa, la de ella, asustar a las mofetas que invadían las casas cercanas, Vania tiene aquella vara de metal, y a falta de una herramienta similar, yo aún no podía aceptar mayores tareas.

—Yukio, creo que un bicho se paró en mi cabello, ¿podrías quitarlo?

—Odio los insectos, pero creo que no hay problema. ¿Dónde lo...?

MUAC

Me da otro beso.

—¡Te dije que ya no lo hicieras!

—Je, nos vemos después.

...

Terminé la tarea, bajo el brazo llevo un montón de corteza, similar al corcho, pero color rosa. Espero a mi amiga junto a un montón de rocas. Unos pasos me avisan que ya viene.

—Hola Vania...

—Ja, te tengo —una chica salta desde atrás de las rocas y me apunta con una espada, acorralándome— dame todo lo que tengas si quieres vivir.

—Este... yo...

Comienzo a balbucear, a pesar de saberme en riesgo, no sé qué hacer.

—¿No oíste? Dame todo y no te lastimaré.

Tiento mis bolsillos en busca de las barras de cobre, mientras, noto el corto cabello rojizo de la chica, no es pelirroja, sino un verdadero color sangre que jamás había visto, lleva unos pantalones ajustados de color negro y una blusa sencilla cubierta con lo que parece una capa, su escote deja bastante a la vista, aún más con la pose en la que me apunta, pero no es momento de ver eso, su arma me apunta directo a la garganta y yo no logro encontrar el saco de dinero.

—Te lo advertí...

Las barras de metal caen al suelo y ella las recoge. Aleja la espada y comienza a contar.

—¿Solo esto? Dame todo lo que tengas.

—Eso es todo, soy nueva aquí.

—¡Yukio!

Vania se acerca, y la asaltante volea, trato de impedir que corra hacia ella, pero con un salto la encara y le apunta con la espada.

—¡Tú! Tú eres de por aquí, dame todo el dine... Agh ¿Qué es esa peste?

—Mofeta gigante.

—¿Qué, por qué...? No importa, dame todo lo que... todo... ¡Agh! ¡Aléjate de mí! Que asco. Y tú, novata, solo tomaré diez barras, me das algo de lástima. Ya nos volveremos a ver.

Salta un par de veces y llega hasta un árbol, de ahí a otro hasta perderse entre la vegetación.

—Respiro de alivio, pero mis manos sudan, mi corazón late como loco y las piernas me tiemblan. Caigo sentada sobre una roca.

—¡Yukio! ¿Estás bien?

—No, me acaban de asal... ¿por qué hueles así?

Noto que su ropa está cubierta de pelo negro, tiene al cabello despeinado y un par de rasguños.

—Esto pasa cuando asustas a las mofetas.

—No te me acerques por favor.

—¿Tan mal huelo?

—¡Si! ¿Cómo puedes aguantarlo?

—Perdí el sentido del olfato a los 3 años, realmente tiene muchas ventajas como...

—¡Ve a bañarte!

Luego de dejar la corteza, me pagaron 9 barras de bronce, Vania cobró antes. Ella menciona que lo mejor será ducharse en una casa de baños local, pues en su casa terminará apestando las habitaciones.

—Ayer llegamos tarde y no tuvimos tiempo de bañarnos, así que será agradable hacerlo ahora. Dime Yukio, ¿quieres bañarte conmigo?

Lo baños públicos son comunes y todo mundo está desnudo, no creo que haya diferencia, mientras sea como amigas no es nada raro, si fuera un chico sería por completo distinto, pero como un par de chicas no hay nada especial.

—Si, claro.

—Je, bien.

Llegamos al establecimiento, una especie de posada de madera, con una chimenea enorme y puertas deslizantes, esto es como en casa, muy probablemente, algún japonés llegó también a este mundo y puso esta casa de baños. Pago 10 barras de cobre, la mitad de la tarifa, me dan una cubeta de madera, y una toalla, sigo a Vania, a quien comienzo a ver algo extraña.

—Yukio... ¿de verdad vendrás conmigo?

—Si claro, te dije que vendría.

La cara de la chica se ha vuelto bastante roja, me parece algo extraño, pues ella era la que siempre trataba de besarme, y ahora tiene vergüenza de venir a un baño públi...

Abre la puerta y en vez de ver varias tinas y un montón de gente bañándose, es un cuarto privado, con una sola tina dividida en dos, marcadas con agua fría y caliente. Creo que cometí un error,

—Bien, ya que lo dijiste, entremos. Esto es algo vergonzoso, no creí que lo decías en serio, pero... significa que finalmente avanzamos en nuestra relación.

—¡Espera, espera! Esto es un error.

—¿Eh? Pero tú dijiste...

—Fue un error, creí que hablabas de unos baños comunales, ya sabes, donde va mucha gente y solo...

—¿Por qué la gente se bañaría junta? ¿de qué clase de ciudad vienes?

Lo comprendo justo ahora, ese lugar no era como Japón, mucho menos como en los mangas, había un sentido de la privacidad muy distinto a la hora de bañarse. Esto era como... ¡si le hubiera pedido ir a un hotel juntas!

—Yukio... está bien que quieras irte... supongo que la broma ya fue demasiado lejos.

—No, aunque sea un malentendido, dije que vendría contigo, solo promete, que no me volverás a besar de sorpresa... al menos por hoy.

—Lo prometo.

—¿Podrías, voltearte?

¿Qué estoy haciendo? Le rechazo los besos y ahora vamos a entrar juntas a la tina, esto debe ser aún más extraño para ella. Me pregunto si ahora me está mirando, yo miraré para ver si no me mira... ¡ah, de verdad se desnudó! Sus muslos son tan grandes y su... ¿qué estoy pensando? Ahora yo soy la pervertida, si, desde que acepté bañarme con ella, en este mundo soy una pervertida. Se está lavando el cuerpo, debería hacer lo mismo.

De espaldas a ella, me enjabono y me enjuago, aún tengo cierta curiosidad por voltear, no es que quiera verla desnuda, es solo una curiosidad totalmente normal.

—Bien, me voy a meter.

Vania entra a la tina, escucho el agua caer y moverse, aguanto la vergüenza, me levanto, ella se voltea para no mirar y entro también. El ambiente es algo incómodo, nuestras espaldas chocan y ambas nos sobresaltamos.

—Esto... —Vania rompe el silencio— es bastante agradable de cierta forma. Si no estuviera tan nerviosa, incluso te pediría lavar tu espalda, pero no creo que pueda siquiera voltear. Realmente lograste que me pusiera toda roja.

Intento decir algo, pero las palabras no salen. Dejo que el calor del agua me relaje un rato. Finalmente, mi boca se abre.

—Será más vergonzoso cuando nos vean salir juntas de aquí. Me pregunto que pensó la recepcionista al vernos entrar juntas.

—Que somos una linda pareja.

...

Pasamos ahí un buen rato, sin volear a mirarnos ni decir nada más. Nos vestimos de la misma forma y salimos de manera bastante discreta. Nadie nos ve y logramos irnos sin algún problema.

—Ahhhh, me siento tan relajada, Yukio, gracias por el momento tan íntimo.

—Ni lo menciones, de hecho... No menciones esto a nadie.

Caminamos por la calle, ve vuelta al Gremio, cuando siento algo caer en mi cabeza.

—¡Auch! ¿Qué es esto?

Un ramo de rosas, de un rojo muy oscuro, envueltas en papel verde, cae en mis manos.

—¿Ehhh? ¿Se le habrá caído a alguien?

—Tiene una tarjeta.

PARA LA CHICA AVENTURERA DE CABELLO NEGRO Y ROPA EXTRAÑA.

—¿Eh?

—Yukio... —dice Vania con los ojos llorosos— apenas avanzamos en nuestra relación... ¡y ya me eres infiel!

—No te hagas ideas extrañas. Además, eres la única persona que conozco aquí.

Podrían ser de la mujer del gremio. No conozco a nadie más. ¿Quién lo habrá lanzado?

—Yukio, no te preocupes, si es que amas a otra persona, aceptaré ser la segunda mujer.

—Que dejes de hacerte ideas extrañas. No tengo ganas de averiguar nada, pero si quieres podemos preguntar en la florería para que estés tranquila.

—¡Si, debo saber quién es mi rival!

Vania me lleva hasta la florería, ahí están, las mismas rosas oscuras.

—Disculpe, quisiera saber quién compró estas rosas, hace quizá unos minutos.

El dueño, un hombre de baja estatura y un bigote largo y delgado que enrolla en sus dedos, las mira un momento.

—Si, ya recuerdo, una joven pelirroja, cabello corto, pantalón y una capa, creí que me iba a robar, pero preguntó por las flores y las pagó, luego se fue saltando.

No puede ser, ahora también fleché a la ladrona.

—Quisiera devolverlas, me daría pena tirarlas, incluso puede conservar el dinero.

—No hay problema, aún están en buen estado. Toma, solo costaron diez de cobre.

Ah, eso fue justo lo que me robó.

—Gracias y disculpe la molestia.

Volvemos al Gremio, mientras Vania me interroga acerca de esa chica.

...

Los días han pasado, he seguido aceptando trabajos simples de recolección debido a que aún no tengo algún arma y todo porque desde aquella vez, la ladrona de pelo rojo me roba parte de lo que gano en el día, y me regala algo de igual valor. Así me hice con algunos dulces y accesorios, pero cada vez me roba más cantidad y no puedo devolver nada. Vania ya pareció aceptarlo y compite comprándome regalos.

Las armas cuestan desde cinco barras de plata, y apenas he juntado tres en los nueve días que llevo en este mundo.

Aceptamos una misión juntas, cazar un ciervo de seis astas por cuatro barras de plata. No es difícil, según dice ella, solo se debe tener paciencia, luego una lo distrae y la otra lo golpea con el metal.

Vamos al bosque y esperamos un largo rato, al ver al animal finalmente, Vania me indica que debo saltar para distraerlo. Aunque no entiendo porque, un venado se asusta con el movimiento, debería atacarlo ahora. Me da la señal, yo salto de entre los arbustos, el ciervo, con realmente tres pares de astas, me mira un momento y corre hacia mí.

—¡Eso, distráelo!

—¡No me advertiste estoooooo!

Corro a toda velocidad huyendo del animal, Vania llega a toda velocidad frente a mi y golpea al venado en la cabeza.

—¿¡Por qué no dijiste que sería la carnada!?

—Creí que quedaba sobreentendido. Además, así ganarás más puntos de velocidad.

—Pudiste haberme golpeado con esa cosa.

—Imposible, soy excelente manejando esto, además, nunca podría lastimarte. Vamos, debemos llevar el venado.

Arrastramos el cuerpo del animal sobre una manta, tirando de unas cuerdas, siento que el brazo se me saldrá.

—No puedo más.

—De verdad te falta entrenar mucho, Yukio.

—Gracias. Lo haré cuando tenga una espada o algún arma.

—Mi padre te puede dar una, o puedes usar una de estas varillas.

—Tu padre ya hace mucho por mí, no sería justo, además quisiera ganarla por mí misma.

—Je, eso me encanta de ti.

—¿Lista para seguir?

—Vamos.

Nos toma cerca de una hora transportar al ciervo. Recibimos el pago, dos barras de plata, insisto en que Vania conserve la mitad, pero ella como siempre se rehúsa. Al fin puedo costearme un arma sencilla.

Vamos camino a la armería, cruzamos un pequeño callejón como atajo, pero...

—¡Alto ahí!

Reconozco la voz de esa chica, y justo en este momento se le ocurre aparecer.

—Dame tu dinero si no quieres salir lastimada.

—¡Oye! —interviene Vania— No es justo, Yukio trabajó muy duro por ese dinero, no puedes llegar todos los días para...

—Vania, yo me encargo.

Me acerco a la chica, su espada roza mi cuello, realmente no estoy muy cómoda aprovechando mi habilidad para esto, pero...

—Sé que no me harás daño, eres muy buena para hacer eso. Agradezco tus regalos diarios, pero, si de verdad quisieras ganarte mi confianza... ¿podrías, darme esta espada como muestra de tus sentimientos?

—Eh, ¿qué?

—Yukio... ¿cómo puedes coquetear con ella frente a mis ojos?

—¿Qué te hace creer que yo siento algo por ti?

—Me regalas cosas cada día, con mi propio dinero, porque no puedes soportar gastarlo en algo más. He visto cómo te escondes, incluso ahora, te sonrojas si me acerco a ti.

—Yo...

—Si quieres que te tenga confianza, dejarás de asaltarme, y me darás tu espada, solo así, sé que tus sentimientos son verdaderos y yo, haré lo que tú me pidas.

Su cara se torna casi tan roja como su cabello, voltea la mirada, levanta el arma y la extiende hacia mí.

—Toma, no creas que... solo tómala y no digas más.

Da un salto hasta el balcón de un edificio, me mira de reojo.

—Mi... mi nombre es Lora... por si te interesa saberlo. ¡Nos volveremos a ver!

Desaparece entre los techos, yo miro aquella espada, de hoja delgada, con incrustaciones de piedras rojas y anaranjadas, mango de madera rojiza y un lazo del mismo color. Es algo pesada, pero no difícil de manejar.

—Bien hecho Yukio, por un momento pensé que de verdad te le estabas declarando.

—De hecho, me siento un poco mal. Debería dejarla en una casa de empeño o donarla a alguien, no me sentiría cómoda usándola de verdad.

—No, tú se la ganaste justamente, usaste tu habilidad de forma inteligente, estoy segura de que le dará gusto verte usándola.

—Si, creo que tienes razón.

—Déjame ver la hoja, se ve muy...

MUAC.

—Je, tu cara sigue siendo tan linda. Vamos, al fin podrás hacer misiones más complejas.

En efecto, ese día, comencé con misiones de cacería, además, con el uso del arma seguro ganaré mucha experiencia. La vida en un nuevo mundo no es nada fácil, se asemeja más a los juegos de supervivencia, que a los mangas de jóvenes con superpoderes que hacen cualquier cosa e impresionan a todo el mundo.

...

 

Han pasado dos semanas desde que llegué aquí. Vania ya tiene como costumbre robarme al menos un beso al día. No me molesta, pero a veces me pone nerviosa que lo haga en público. He subido mis puntos de velocidad y un poco mi fuerza. Mi fortuna consiste en 11 barras de plata, dicen que una pequeña cabaña puede costar unas 15 de oro, planeo comprar una para no depender más de la familia Viselis.

Ahora mismo, regresamos de matar un conejo de tres metros que se comía todas las cosechas, recibimos la recompensa y vamos a comer a un restaurante, pero noto a Vania algo extraña.

No habla mucho en la comida, y no me ha besado en todo el día, no es que extrañe que no haga, pero me parece raro. Me ve de reojo por momentos, ¿será que perdí mi habilidad "Flechazo" y ahora me piensa botar? No, aunque ya no estuviera enamorada, no haría algo así.

Llegamos a su casa en la noche, antes de entrar, me mira fija, creo que esto va en serio, quizá me pedirá que busque otro lugar donde dormir.

—Yukio...

—¿Sí?

—Qui... ¿quisieras bañarte conmigo?

—¿Eh?

—Mi... mi padre estará fuera hasta mañana, así que pensé que quizá podríamos, repetir lo de aquella ocasión. Ni siquiera te robé un solo beso en el día, y eso requirió mucha voluntad. Prometo no molestarte, cada una tomará su distancia y no te espiaré... nada más quiero volver a...

—Claro, si lo pides así, yo no tengo problema.

—Muchas gracias.

Me toma de la mano y entramos a casa.

Su cuarto de baño es bastante amplio, en la tina cabrían fácilmente cuatro personas, tiene una regadera y adornos de color pastel en las paredes y el suelo. Igual que aquella vez, nos damos la espalda, me lavo el cuerpo, el cabello y entramos a la tina. Me alegra haberme equivocado hace rato, pensar que esta chica tan alegre de pronto quiera dejar de ser mi amiga me daba miedo. Incluso, creo que debería recompensarla un poco. Estiro las piernas, mi espalda toca la suya, da un pequeño salto, pero poco a poco se relaja y deja caer su peso. Si, solo un par de amigas tomando un baño y compartiendo la tina, espalda con espalda, nada extraño.

...

Desayunamos un té de algo que no puedo pronunciar y un huevo de gallina de pantano. Vania parece demasiado alegre, radiante, a pesar de que su padre no esté, no intenta agarrar mi mano o abrazarme, parece que lo del baño juntas fue suficiente. Nos preparamos para salir, ajusto el cinturón con la espada y salimos.

—Este... buen día, Yuki...

Lora, aquella ladrona está parada frente a la puerta.

—Verás... sin mi espada, el resto de los ladrones me echaron de la guarida...

Vaya, ahora me siento culpable de cierto modo.

—... y es mucho más difícil robarles a las personas si no tengo con qué amenazarlos.

No, ya no siento ninguna culpa.

—Así que quisiera saber... si me dejarías quedarme a dormir contigo.

—¿Qué?

—Dijiste, que te podía pedir algo, puedes quedarte con la espada, pero yo quisiera poder vivir aquí.

—Eso debes preguntarle a ella, es la casa de su padre y yo también soy solo una invitada.

—¡Imposible! —grita Vania— la casa es de mi padre sí, pero... ¡yo no dejaré que me intentes quitar a Yukio!

¿Esa es su preocupación?

—¿Y qué eres de Yuki para decir eso?

—Yo... soy la chica con la que se baña.

—¡Oye, no digas eso!

—¿Qué? ¿ya hacen esas cosas?

—¡No hemos hecho nada! Solo... compartimos la ducha como buenas amigas.

—Yukio...

MUAC

—¡Ahhh, son unas pervertidas! Pero, yo no me quedaré atrás. Yuki, bésame también.

—Claro que no.

—¡A mí me gusta Yukio, no dejaré que le coquetees!

—¡A mí también me gusta! Y la cortejaré hasta que también nos bañemos juntas.

Eso no pasará.

—¡Yo me casaré con ella! —dice Vania compitiendo.

—¡Yo tendré a sus hijos!

¿Es eso siquiera posible?

—Oigan —intervengo— ¿No creen que están yendo muy lejos?

—¡No! —dicen a la vez.

—Yo —continúa diciendo Lora— le regalé un peine para su hermoso cabello negro.

Lo compraste con mi dinero.

—Si, es hermoso su cabello, pero le regalé un precioso vestido amarillo.

—Mi vestido rojo era mejor.

—Je, no sabías su talla, y lo tuvo que devolver.

—¿Qué? lo siento mucho, creí que, con verte desde lejos, podría adivinar, y elegí el que pensé que quedaba mejor en tu figura.

—Tienes razón, hermosa figura.

—Pensé comprar un anillo, pero el mejor costaba 100 de oro, creía que se vería bien en tus delicadas manos.

—Tienes razón, a pesar del duro trabajo, sus manos siguen siendo bastante delicadas y lindas.

—Y su mirada...

—Cada vez que le robo un beso pone una cara...

—Tan linda...

¿Qué rumbo tomó esta conversación?

—Está bien Lora, entiendo que también estés enamorada de Yukio, y te dejaré dormir aquí, pero antes lo tiene que aceptar papá.

—Muchas gracias por tu amabilidad. Pero... ¿cómo no estar enamorada de Yuki?

—¿Verdad?

...

Fuimos al Gremio, mientras ellas no dejaban de hablar sobre mí todo el camino. Aceptamos pelear contra un monstruo de bajo poder entre las tres, resultó que Lora fue de utilidad con sus saltos, Vania usó esa velocidad increíble y yo di el golpe de gracia con la espada. Una barra de plata para cada una.

Comimos juntas y finalmente llegamos aquí, de vuelta a casa de Vania dónde ya está de vuelta su padre.

—Papi, ella es otra amiga. Descubrimos que tenemos un gusto en común, y me pidió que la permitieras quedarse también.

—Buenas noches, señor. Lora, para servirle.

—Fue echada de su grupo de aventureros y no tiene dónde quedarse.

—¿En serio? Que mal, esos grupos siempre tiene problemas. ¿También es una chica verdad? Claro que puede quedarse, ya quité las cosas del almacén, ella y Yukio podrán dormir en la misma habitación. Excelente, ¿verdad, Vania?

—¿Ehhhh? Claro, me alegra mucho, bien por ellas.

Lora, con una sonrisa enorme en el rostro, mira victoriosa a Vania.

Como todas las noches, el señor Valsir sirve comida para todas, lavamos nuestros dientes y la ropa, que dejamos secar para mañana. Mi "futón" ya está en el nuevo cuarto, un viejo almacén que aún tiene varias cajas, pero el suelo está totalmente limpio. A lado, el futón de Lora. El hombre nos da las buenas noches y Vania, tras él, arroja una mirada como de advertencia a mi compañera de habitación.

La vela se apaga, pero la luz de la luna que entra por la enorme ventana es tan intensa que puedo ver a la perfección como Lora me mira con unos ojos que combinan ternura y algo de deseo.

—Eres tan preciosa bajo esta luz —me dice de repente.

—Yo... no sé cómo responder.

—No estás enamorada de ella, ¿verdad?

—Realmente, no lo sé.

—Ni de mi tampoco.

—Apenas nos conocemos, pero creo que, desde ahora, tendré más tiempo para hacerlo.

—A pesar de todo lo que hice, no estás ni un poco molesta. Me encanta eso de ti. ¿Sabes? planeaba robarte un beso como lo hace esa chica, pero ahora... quiero hacer todo lo posible, para que seas tú quien me recompense con uno. Además, no haría nada si no puedo ver la cara celosa de la rubia.

—Se buena con ella, y con las demás personas, quizá termine recompensándote.

—Me esforzaré. Buena noche.

—Hasta mañana.

...

—¿Quién es Reiko?

Despierto y veo la cara de Lora sobre mí.

—¡Ahhh!. ¿Qué haces?

—Te observo despertar, y espero que la rubia entre mientras lo hago. ¿Quién es Reiko?

—¿Reiko? No recuerdo a nadie con ese nombre.

—Lo mencionarte dos veces mientras dormías. ¿Es de tu familia? ¿los extrañas?

Corté contacto con mi familia hacia casi tres años, a veces me pregunto cómo reaccionaron a mi muerte. Pero aquel nombre no me suena familiar.

—No la conozco, debe ser del algún manga... de alguna novela.

—¡Buenos días!

Entra Vania a toda velocidad. Observa con ciertos celos a Lora, que sigue con la cabeza apoyada los brazos, encima de mi rostro.

—¿Dur... durmieron bien?

Le cuesta trabajo mantener esa falsa sonrisa.

—Dormimos desnudas —responde Lora.

—¿Qué?

—¡Oye, no inventes cosas extrañas!

Me levanto, le doy un golpe en la cabeza a la pelirroja y salgo del cuarto. 

En el desayuno ambas están calmadas, cada una a lado mío. Lora come tranquila, con buenos modales, Vania mantiene la mirada al frente, ninguna se mira. Terminamos, las tres damos las gracias y nos despedimos del padre de Vania. Apenas damos la vuelta hacia la plaza principal, sigue la discusión:

—¿Qué le hiciste a Yukio en la noche?

—¿Me crees capaz de hacerle algo? Solo nos besamos.

—¡Ahhhhh¡

—¡Oye, deja de mentir! no pasó nada entre nosotras.

—Yukio, si la amas más a ella... no me opondré, pero al menos, déjame ser la segunda mujer, yo te visitaré, cuidaré a sus hijos y podré vivir en una casa cercana.

—¡Ya te adelantaste demasiado! Y al menos quiérete más. Si no aprenden a llevarse bien, me iré a buscar un nuevo grupo.

—¿Qué? ¿serías capaz de abandonarme?

—Si pelean a cada rato, lo haré.

—Supongo que... podemos seguir hablando de Yukio igual que ayer.

—Si, será mejor. Por cierto, no la besé ni nada, pero si soñé con eso.

—Yo soñé que ambas vivíamos en una pequeña cabaña junto al río.

—¡Que romántico!

¿Sueño? Estoy segura de que soñé algo ¿de verdad hablo dormida? Pero... ¿quién podría ser Reiko?

De nuevo en el Gremio, aceptamos un par de misiones, nada a destacar. Al terminar, decidimos descansar un rato ahí, antes de continuar trabajando.

—¡Noooo! Es tan injusto.

Una chica entra, exclamando y gritando al aire. Toma asiento en la mesa próxima y se hecha a llorar.

—Oye &md

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