Yurisekai Capitulo 2. Primera misión, primer beso.

Comentarios · 130 vistas

Yukio apareció en un mundo de fantasía tan como en los mangas y anime. Luego de aceptar una misión simple se encontrará con una peculiar chica.

Entro un poco nerviosa al Gremio, el lugar es grande, quizá al tamaño de tres tiendas de conveniencia, las paredes son de piedra y el techo del mismo material rojizo que el resto de las construcciones. Un grupo de verdaderos aventureros, vestidos con armaduras y cada uno con una espada, conversan en una de las mesas. Camino derecho hacia lo que parece un mostrador. No veo una tabla con las misiones, por lo que será mejor preguntar.

 

—Bienvenida —me recibe una mujer de cabello morado y ropa elegante, con anteojos pequeños sobre su nariz y un escote bastante evidente. Espera... ¿por qué miro su escote?

 

—Ho... hola, soy nueva en el pueblo y... quisiera una misión sencilla, que me permita ganar algo.

 

—Claro. Ah, pero que chica tan bonita, no vienen aventureras tan lindas por estos lugares. Permíteme analizar tus estadísticas, dame tu muñeca y este brazalete nos dirá.

 

Extiendo el brazo, la mujer coloca en mi muñeca una especie de reloj de pulsera metálico, al cerrarlo, este se ajusta y despliega una luz mágica como si fuera un holograma.

 

—¡Increíble! —digo asombrada al presenciar magia real por primera vez en mi vida.

 

—Tienes buenas estadísticas para el Nivel Bajo, pero no tan increíbles, además una habilidad especial ¿de qué ciudad vienes?

 

—De... Una muy lejana.

 

—Habilidad "Flechazo", normalmente la usan chicas de burdeles para atraer a los hombres, no es algo que se vea seguido en aventureras novatas.

 

¿Qué? ¿Esa ángel me dio una habilidad como esta? ¿Qué clase de pervertida...?

 

—Solo que tu habilidad... parece afectar solo a las mujeres.

 

La mujer me lanza una mirada coqueta.

 

—Además de eso, tienes gran resistencia, pero poca velocidad, aunque lo compensas con una fuerza un poco superior al promedio, eres compatible con habilidades como Observación y Camuflaje, si quieres intentar derrotar al Rey demonio, necesitas todavía algunos años de práctica.

 

Así que también hay un Rey demonio, ya veía venir ese cliché. Pero, ¡qué clase de habilidad mágica es esa!

 

—Por ahora... ¿Cuál misión es buena para mí?

 

—No veo que tengas un arma o herramienta ¿verdad?

 

—No, no traigo nada conmigo.

 

—Vaya... Supongo que recolectora debe ser lo más indicado. Ten, esta misión te vendría bien. ¡Suerte, preciosa!

 

—Si. ¡Muchas gracias! —tomo la hoja, en ella está dibujado un mapa que indica el camino partiendo desde el Gremio y una breve instrucción.

 

—Y... Si no tienes donde quedarte a pasar la noche... Puedes venir a mi casa, salgo al tercer aullido del lobo —me dice mientras juguetea con su cabello.

 

—Gra... gracias.

 

—Suerte, y bienvenida, señorita.

 

¿Qué, qué, qué? ¿Acaso soy ahora un imán de mujeres? ¡Esa ángel! Insinuó dos veces que me gustaban las mujeres. ¿Cómo pudo pensar eso? Aunque, realmente nunca tuve novio, debió ser alguna confusión. Y pensándolo bien, quizá pueda usarlo a mi favor. No, no puedo usar magia o lo que sea esto para aprovecharme de la gente. Por ahora, lo mejor será completar la misión y buscar una posada para dormir. Ya pensaré después en eso.

 

Camino siguiendo el mapa que aparece en la hoja. La misión dice: Recolectar unas trufas explosivas en el bosque Viselis y llevarlas a la taberna Ninfa azul, con un pago de media barra de bronce por cada una. Me pregunto si media barra es mucho o poco. Continúo viendo el pueblo, es bastante grande pero no tardo en dar con aquel bosque. Parece estar cerca de la muralla y continuar tras ella, no tengo idea de lo que sea una trufa explosiva, pero al menos debería...

 

—¡Alto ahí, extranjera!

 

Una chica rubia aparece de la nada frente a mí. Su vestido es sencillo, pero con cierta elegancia, la falda blanca y corta deja ver buena porción de sus muslos y su pecho lleva un... ¿Por qué me fijé primero en todo eso antes que en la vara metálica con la que me apunta?

 

—¿Crees que puedes entrar a mis dominios, así como así? Soy Vania Viselis, y este bosque lleva el nombre de mi familia desde hace generaciones, si quieres entrar ahí ¡primero debes pelear!

 

—Este... yo... no tengo ningún arma.

 

—Entonces —arroja la vara al suelo— no queda opción. ¡Si logras darme un beso te dejaré pasar!

 

—¿Eh?

 

—¡Ya oíste! Normalmente te retaría a un combate con puños... pero... si logras atraparme y besarme podrás pasar.

 

¿De verdad haré esto? Podría volver por otra misión... no, sería perder tiempo, además parece algo avergonzada, no creo que lo diga en serio. Si me acerco bastante segura, se pondrá nerviosa y me dejará pasar. Además, un beso con otra chica no significa nada para mí, si me gustaran las mujeres sería vergonzoso, pero como no es así, no tengo problema.

 

—OK, ¡aquí voy!

 

Tomo impulso y me lanzo hacia ella, aunque mi estadística de velocidad es poca, estoy segura de que la puedo alcanzar. Pero, en vez de esquivarme se queda inmóvil, me toma en brazos y nuestros labios se tocan.

 

—Ups, perdí.

 

—Ahhh, esto es... ¡Eso fue trampa! ¿Por qué lo hiciste?

 

—¿Por qué te enojas? ¿Acaso no te gustó el besito?

 

—¡Creí que era una prueba, pero solo querías que te besara!

 

—Si.

 

—¡Y todavía lo aceptas sin problema! No puedo creer que lo hicieras.

 

—Pero tú fuiste la que me besó. Además, estás toda roja, parece que sí te gustó.

 

—No, claro que no. ¿Y qué pasó con lo de pelear para defender el territorio de tu familia?

 

—Mi tatarabuelo le puso el nombre porque nuestra casa está junto al bosque, pero no le pertenece a nadie. Peleo con quién intente entrar para ganar algo o como diversión, incluso mi actitud desafiante de hace rato era solo un juego. Bien, estoy lista ¡esta vez es en serio! Intenta darme otro beso ¡ahora no te dejaré ganar!

 

—Bien entonces... ¡No! ¡No volveré a caer! Con permiso, voy a buscar trufas.

 

—Ah, la misión de las trufas explosivas. Sin alguien que conozca el lugar es difícil y hasta peligroso buscarlas. ¡Déjame ayudarte!

 

—Iré sola, gracias.

 

—¿Al menos sabes cómo se ve una trufa explosiva?

 

Sin más remedio, me veo forzada a llevar a la tal Vania conmigo. Camina con actitud de niña feliz tras de mí, como dando pequeños saltos. Mantiene su distancia, pero pienso que intentará besarme otra vez, aunque claro, no es que me molestara en serio, pero me tomó por sorpresa, un beso es como un juego si es entre dos chicas.

 

—Por aquí —dice ella señalando un sendero que pasa por un arco a través de la muralla— por cierto ¿cuál es tu nombre?

 

—Yukio Ichigo.

 

—Ah, que nombre tan raro, pero es bastante lindo. Por aquí, los recolectores vienen por este camino, pero las mejores están hacia los lados, sígueme.

 

Tienta el suelo usando la varilla de metal, parece saber realmente de esto. Yo camino tras ella con cuidado, a una distancia segura.

 

—Aquí —dice señalando lo que parece una roca negra—, pero debes tener cuidado, si la golpeas con un poco de fuerza...

 

¡BOOOOOM!

 

La trufa explota, arrojándola al suelo.

 

—¡Viselis! 

 

Corro a toda velocidad, me arrodillo junto a ella y acerco el rostro para ver si respira o está lastimada. No debería moverla, debería buscar ayuda, pero no podría dejarla así...

 

—¡Viselis, despierta! ¿Estás bien?

 

La muevo solo un poco, continúo llamándola y me inclino más para escuchar sus latidos, en eso...

 

MUAC

 

Me da otro beso.

 

—¡Cómo pudiste! ¡Me asustaste de verdad!

 

—Es una broma para los novatos, solo que aproveché la oportunidad.

 

Se levanta soltando una leve risita y sacudiendo su vestido, ahora de verdad quiero pelear a los puños.

 

—Las trufas solo explotan cuando las picas, ten cuidado, saca las más arrugadas, las lisas no sirven.

 

Molestarme solo me hará perder tiempo, resignada, sigo sus instrucciones para recolectar. Cavar solo un poco, no usar las uñas, colocarlas lejos... De cierta forma, cavar en la tierra es tranquilizador, me siento como una niña jugando. 

 

Junto un montón de esas trufas, por suerte no tuve ningún contratiempo. Agradezco a la chica por su ayuda y me llevo todo lo recolectado entre los brazos. 

 

—Déjame ayudarte —se ofrece ella.

 

—Creo que ya has hecho suficiente, muchas gracias por todo, te lo pagaré al...

 

Una trufa se resbala, pero ella, con unos reflejos increíbles, la atrapa antes de tocar el suelo.

 

—Debes tener más cuidado. Yo llevaré unas.

 

Cargamos entre las dos las trufas, yo en mi sudadera y ella las lleva en su falda, que levanta sin cuidado.

 

—Oye, Viselis...

 

—¿Sí?

 

—¿No te preocupa levantar tanto tu vestido?

 

—No, mi padre golpeará a quien se atreva a agachar su mirada, podría levantarla más y todos los hombres voltearían a otro lado.

 

—Si, mejor no lo hagas.

 

—Por cierto Yukio, dime Vania, no hay necesidad de llamarme por el apellido.

 

Llegamos a la taberna Ninfa azul, mi mente tarda algunos segundos en procesarlo, pero el establecimiento era lo que se podría considerar un bar gay para mujeres. Procuro no mirar demasiado y entrar rápido, aunque no tengo por qué sentirme nerviosa, pero, tengo la sensación de que todas aquí me miran, y quizá las termine atrayendo a mí.

 

—Buen día —saludo al bar tender— vengo por esta misión, traje varias trufas.

 

—Ah, sí, déjalas ahí con cuidado.

 

Vania y yo dejamos cuidadosamente cada bola negra sobre la barra. El hombre las va contando y separando por tamaño. Terminando, las coloca en una caja y me entrega un puñado de lo que parecen monedas, pero de forma rectangular, además un pequeño saco de tela.

 

—Ten, 7 barras de cobre por 14 trufas, gracias por su trabajo.

 

Me emociona recibir mi primer pago en este nuevo mundo, ¡siento que podría saltar de alegría! Doy las gracias y salgo del lugar mientras las mujeres me despiden mandando besos al aire.

 

—Mira Vania, mi primer pago, esto se siente tan bien. Toma, es tu parte.

 

Le doy a ella cuatro barras, pero las rechaza.

 

—Tú lo ganaste, además... Con ese par de besos estoy satisfecha.

 

—Este... Está bien. Por cierto ¿cuánto necesito para pagar una posada?

 

—¿Eh, no tienes donde pasar la noche? Sé que la más cercana cobra dos barras de plata a los aventureros.

 

—¿Dos de plata?

 

—Si, veinticinco de cobre equivalen una de plata, diez de plata son una de oro.

 

—¿Aún me faltan 43 de estas para pasar la noche?

 

—Si quieres —dice colocando su dedo índice en los labios, y desviando la mirada— pudieras venir conmigo a mi casa.

 

—Voy por otra misión.

 

—Esperaaaaa.

 

Vania viene tras de mí. No me parece molesta en absoluto, pero la idea de que la gente se haga ideas extrañas... Además de lo que dijo sobre su padre, me tienen algo inquieta. Pero, me alegra no estar sola en este nuevo mundo. Me pregunto qué habrá pasado conmigo, es decir, con mi cuerpo en la Tierra; supongo que mamá y papá ya fueron informados. ¡No! No quiero pensar esas cosas ahora. Sea como sea, debo comenzar nuevamente y hacer una vida mucho mejor, aunque... No me parece correcto gustarle a esta chica, creo que nunca le gusté a nadie, y saber que ella me sigue solo por mi habilidad, no me parece justo. 

 

Comentarios